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Crecimiento ilimitado o desarrollo sustentable. ¿Qué necesitamos los seres humanos?

Nos acercamos a ser “víctimas de nuestro propio éxito económico”

En este primer artículo Manuel Cala expone un diagnóstico claro y evidente; los seres vivos disponemos cada vez de menos recursos para sobrevivir. Frente a este y otros desafíos se confrontan dos modelos de desarrollo; el que ve necesario seguir con un alto consumo para mantener el crecimiento y, otro, que pide un desarrollo más sustentable. Manolo, con sus raíces y compromiso agrario, nos recuerda que la producción agropecuaria ha coexistido siempre armónicamente con su territorio, pero desde hace décadas el modelo agroquímico ha roto esa coexistencia. El más afectado, como siempre, el más débil; el llamado “tercer mundo”, pero el “primer mundo” no se libra; se están agotando recursos y dañando reservas ambientales. A pesar de este drama numerosos responsables políticos con competencias en el sector agrario alardean de macromagnitudes económicas; pero, se callan, entre otras, de la pérdida humillante del patrimonio agrario material e inmaterial. ¿Y qué hacer frente a este drama que pone en peligro la existencia humana en el planeta? Como siempre, Manuel Cala no se queda en la denuncia pura y dura; aporta soluciones para salir de este laberinto. Será en un segundo artículo que publicaremos próximamente. Se titulará; “La repolitización agroecológica rescatará del abandono el arte de cultivar la tierra”

Hasta hace unas décadas la agricultura y ganadería vivieron en armonía con el territorio

Manuel Cala Rodríguez, es Presidente de GRAECO, miembro de Salvemos la Vega, colaborador de otragranada.org

Para CERAI (1), la sociedad actual tiene al menos cuatro grandes problemas por resolver, que los avances tecnológicos no han sido capaces de solucionar, sino que en muchos casos, los han empeorado: el hambre, el deterioro de los recursos naturales, la contaminación global y el cambio climático. La sociedad empieza a percibir que efectivamente el modelo de desarrollo que hemos adoptado provoca unos efectos con los que no habíamos contado, y que en todo caso, los grandes problemas siguen sin resolverse para la mayoría de los habitantes del planeta.

Cada vez nos quedan menos recursos para sobrevivir

En buena medida, influido por el egoísmo humano, los seres vivos cada vez disponemos de menos recursos para sobrevivir. Preocupadamente: la escasez del agua se va haciendo más patente, nos aproximamos al pico de extracción del petróleo, quemamos más carbón cada año, los stocks de especies comestibles están en clara regresión, las extracciones de fósforo están alcanzando su máximo posible,…, y avanza a pasos agigantados el acaparamiento de tierras, animales (sobretodo domésticos) y recursos naturales por grandes corporaciones. No obstante, esta problemática ecológica sigue sin manifestarse en otros aspectos, ya que por ejemplo no incorporan los costes socio-ambientales, ni los trabajos necesarios para la reproducción social,…. tampoco la pérdida alarmante del patrimonio ancestralmente atesorada de generación en generación.

Consumir para crecer. ¿Hay límites?

Dos respuestas; seguir consumiendo mucho para crecer o caminar hacia un desarrollo sustentable

Cuando se intenta dar respuesta a estos desafíos, suelen aparecer confrontaciones entre dos modelos de desarrollo: a) Uno, enmarcado dentro de un patrón más neoliberal supeditado al enfoque económico, que de forma generalizada promueve ampliar cada vez más industrialización, urbanizaciones, grandes infraestructuras poco necesarias… y consumo de recursos para mantener el crecimiento. b) Otro, promoviendo tomar conciencia de las limitaciones del planeta, plantea la necesidad de un desarrollo más sustentable que frene el constante crecimiento insostenible que beneficia a exiguas, pero muy adineras y acaparadoras, personas en detrimento de la gran mayoría de seres vivos (incluido el humano). Según CERAI, este debate intenso, ya ha llegado y está presente en toda la sociedad, entre los diferentes grupos sociales, instituciones, partidos políticos e incluso empresas que difieren en la forma con la que hay que encarar los problemas del hambre y deterioro de los recursos naturales en un mundo globalizado.

La coexistencia de la agropecuaria con el territorio se rompió hace décadas

Si analizamos la historia desde que nació la agropecuaria como fuente de producción, así como a las personas agricultoras y ganaderas como sujetas productivas, salvo excepciones puntuales, hasta bien entrado el siglo XX ha coexistido armónícamente con el entorno, permitiendo así mantener equilibrios básicos. En las últimas décadas, en un corto espacio de tiempo comparativamente insignificante, se han aplicado bastantes innovaciones tecnológicas y se han producido los avances más importantes de la historia de los productos fitosanitarios sintéticos, abonos minerales de síntesis, mecanización,… y otros inputs facilitados por grandes corporaciones internacionales. Esto generó un aumento espectacular de la productividad y, con ello, un incremento significativo de los beneficios económicos; pero también provocó un cambio en los métodos de cultivo, ciertas rupturas de la ancestral simbiosis natural, desajustes en ciclos vitales, masivo despoblamiento del medio rural y desmesurado crecimiento de las aglomeraciones urbanas.

Para crecer mucho se necesita consumir demasidado

El llamado “tercer mundo” el más perjudicado, pero el “primer mundo” también sufre las consecuencias

En la actualidad, muchos países que practican una agropecuaria intensiva, también con elementos “químicos”, incluso a veces “transgénica”, están al borde de la sostenibilidad socio-ambiental, entrando en contradicción con el grave proceso de deterioro que está sufriendo el modelo agrario en los países del “tercer mundo”, donde una parte importante de su población llega a morir por falta de alimento en su propio territorio o cruzando mares buscando el sustento en otros lugares; pues sus cultivos tradicionales de subsistencia han sido y están siendo “acaparados”. Lo que aún les queda, pésimamente distribuido, no puede competir con los excedentes que se generan en el norte agroindustrializado, viéndose obligados a sustituirlos por monocultivos impuestos por multinacionales para la exportación (té, café, madera,… e incluso plantas adormideras). (2)

Tampoco debemos olvidar que los “países ricos en caudales monetarios” están destruyendo, y a punto de agotar, sus recursos y reservas de factores ambientales naturales básicos, por lo que su conservación y mantenimiento empieza a convertirse en un objetivo prioritario. Por otro lado, gran parte de los grandes ríos, masas boscosas, mares menos explotados,... fundamentales para la vida en el planeta, básicamente, se encuentran en los denominados “países pobres en dinero”.

Ante el deterioro y la falta de recursos el desarrollo sustentable es una respuesta

Pregonan macromagnitudes, pero callan la insostenibilidad

No obstante, aún son numerosos los responsables políticos con competencias en el sector agrario que “alardean” de determinadas macromagnitudes económicas; pero, se suelen callar bastantes otras de tipo social, ambiental, territorial… y de la pérdida humillante del patrimonio agrario material e inmaterial, que son quienes, en un porcentaje considerable, vienen soportando estos preocupantes desequilibrios. Así por ejemplo, en relación con los últimos datos de la actividad agraria andaluza, el titular de la Consejería con competencias en la Junta de Andalucía en esta materia decía el 1/04/2018 (3) : "El sector agrario andaluz sigue mostrando una evolución positiva en 2017, que se constata con sus grandes cifras económicas". Sin embargo, no se “presume” del desequilibrio alarmante entre los tres subsectores agrarios, cuya simbiosis agro-silvo-forestal, atávicamente, ha sido fundamental para la sostenibilidad del sector primario. Ni tampoco de que en los últimos años bastantes personas andaluzas han abandonado el sector primario, pues “no le ven atractivo”. Ello está provocando que la empresa

han abandonado el sector primario, pues “no le ven atractivo”. Ello está provocando que la empresa rural agraria vaya desapareciendo a un ritmo acelerado y con ello la histórica riqueza artesanal, cultural y patrimonial que atesora.

África, con el acaparamiento de tierras en manos de foráneos, es el continente más afectado por el modelo económico actual

El dinero generado en el sector primario emigra a otros sectores

Además, buena parte del dinero generado en el sector primario no revierte a la agropecuaria, sino que sirve como trasvase de fuente de capitales a otros sectores, permaneciendo muchas veces las personas ganaderas, agricultoras y campesinas ajenas a esa riqueza económica; no obstante, su origen siempre es fruto de su trabajo diario con los animales y en la tierra. De otra parte, al ser determinados subsectores de la industria los principales beneficiarios del valor añadido de la producción y no tener la experiencia ni la sensibilidad agroecológica que muchas personas campesinas han adquirido durante siglos, la explotación agraria se realiza a costa de perder cierta calidad los productos, despilfarrar recursos, consumir gran cantidad de inputs,... y también escenas sociales poco deseadas. Incluso a veces, al no estar planificada la producción, parte de la cosecha se pierde o destruye sin ser aprovechada por falta de una adecuada comercialización.

Nuestra Vega de Granada no escapa a las insostenibilidades del sistema económico y agrario. Grandes infraestructuras, a las que se opusieron alternativas, destruyen uno de los suelos agrarios más ricos de Europa

Nos acercamos a ser “víctimas de nuestro propio éxito económico”

Todo esto entra en contradicción con el grave proceso de deterioro que está sufriendo la agricultura y la ganadería tradicional que no puede competir con la más intensiva y con sus excedentes no aprovechados y subproductos convertidos en residuos, a veces contaminantes. Al mismo tiempo, una parte de esta población muere por falta de comida, por lo que países muy pobres, para sustentar a sus habitantes, incluso solicitaron carnes infectadas por el mal de las “vacas locas” y otros alimentos similares resultantes de peligrosos escándalos agroalimentarios. Paralelamente, a pesar de que parezca paradójico, estamos destruyendo y a punto de agotar los recursos y reservas naturales básicos; y con ello, nos acercamos a ser “víctimas de nuestro propio éxito económico” (Cala, 2002) (4)

Igualmente ejerce su influencia el hecho de que gran parte de las ganancias tengan su destino en las multinacionales suministradoras de los medios productivos (fertilizantes, pesticidas, semillas, maquinaria y otros insumos) y también en las grandes empresas comercializadoras de la cosecha, que se benefician de una parte importante de la economía agraria, sin apenas correr los riegos que anteriormente han sufrido las personas campesinas y ganaderas en sus cultivos y con su ganado. Sin embargo, parte de la economía de muchas de ellas empieza a ser insostenible, ya que se ven beneficiadas de todos los inconvenientes de la propiedad o del empleo (deudas con los bancos, hipotecas, riegos de todo tipo y sobretodo los derivados de las inclemencias meteorológicas, desempleo, y un largo etc.), lo cual está dando lugar a un abandono del campo, que también incluye a sus descendientes, que nos hemos visto, y se siguen viendo, obligados a emigrar del medio rural a otros lugares y/o sectores.

¿Qué hacemos...? Respuesta en el próximo artículo; “La repolitización agroecológica rescatará del abandono el arte de cultivar la tierra”

¿Qué hacemos ante esta situación? ¿Hay alternativas? ¿Puede ser de otra manera? ¿Dejamos que todo siga igual…? En un segundo artículo, “La repolitización agroecológica rescatará del abandono el arte de cultivar la tierra”, intentaré dar respuestas a estas preguntas;

Notas

(1) CERAI (2016). Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional. “Curso Internacional de Agroecología, Soberanía Alimentaria, Agricultura Urbana y Cooperación al Desarrollo”. Disponible en: https://cerai.org/curso-de-agroecologia-soberania-alimentaria-agricultura-urbana-y-cooperacion-al-desarrollo-rural-en-granada/

(2) CALA, M. (1998). Agricultura y Desarrollo Rural: Reflexiones para el Futuro. Revista editada por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Bujalance, Córdoba.

(3) JUNTA DE ANDALUCÍA (2018). “La renta agraria de 2017 aumentó un 5,5% respecto al ejercicio anterior, hasta superar los 9.726 millones de euros”. Disponible en: https://juntadeandalucia.es/organismos/agriculturapescaydesarrollorural/actualidad/noticias/detalle/180707.html

(4) CALA, M. (2002). “Pregón 2001”. Revista editada por la Hermandad de San Isidro Labrador Bujalance, Córdoba.

Otros artículos de Manuel Cala publicados en otragranada.org

 ¡Piensa y contesta! ¿Si no protegemos nuestros suelos agrarios podrán alimentarse nuestras futuras generaciones? (con Rafael Félix

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Por Veguita de Graná

El Viernes 7 de septiembre de 2018

Actualizado el 7 de septiembre de 2018