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Nos bañábamos en el desareno de las acequias y en las pozas que hacíamos en el río

Antonio Hurtado “El Niñillo” nos pasea por el verano

Recogidas, semilleros, siembras... En verano riegos semanales y en otros tiempos baños en las acequias, pozas del río, fiestas en la fuente de los Montoyas, biales, el “vámonos a la parva” alpujarreña... Antonio nos lleva por la vega y por sus vivencias del verano y de los veranos de otra época.

Verano. Tiempo de papas. La familia de Antonio las recoge

Reportaje. Paco Cáceres

Verano. Condensamos los dos meses centrales, julio y agosto, en un solo reportaje. Antonio Hurtado “El Niñillo” nos da un paseo por el campo en este tiempo de calor. Como siempre empezamos a hablar de cualquier tema hasta que llega un momento en que cojo el bolígrafo y empiezo a anotar en mi cuaderno. Uno de los temas que abordamos es el de los vallados en las fincas de la Vega, cada vez hay más tierras cercadas. Es verdad que no queda bien, que afea el paisaje con un mar de vallas metálicas, pero también es verdad que los robos proliferan y la accesibilidad a las fincas dejan indefenso al agricultor. Había uno que tenía unas sandías riquísimas y estaba orgulloso de ello, pero una noche no sólo le robaron gran parte de la cosecha, además, por si era poco, le dejaron todo lo demás destrozado. Antonio nos cita ejemplos como éste para hacernos ver que aunque no le gustan los vallados, muchas veces no hay otro remedio.

De ahí saltamos a las acequias. Estamos debajo del gran olmo, sentados junto a una hijuela de la acequia del Jacín. Sentimos el frescor, la caricia del agua. Un pequeño rincón envuelto en tranquilidad. Hemos hablado muchas veces de como compaginar la función principal de la acequia, capacidad efectiva para llevar el agua a las fincas, y la biodiversidad y paisaje que crean en su recorrido lineal. Antonio se expresa con claridad. A mí siempre me ha gustado ver el agua correr, al descubierto, pero hay algunos tramos muy deteriorados con peligro de derrumbe y que pueden atraernos muchos problemas, incluso ha habido denuncias en algún caso y la comunidad de regantes ha tenido que pagar mucho dinero. Por eso, entubar en algún pequeño tramo es un mal menor que es necesario para el mantenimiento de la acequia.

verano en la Vega: alamedas, maizales, esparragueras

Hablamos del verano, hasta el día de la entrevista, no había apretado el calor. Este verano es casi fresco, agradable, apenas se va el sol y ya hace fresquito.

Riegos semanales para las hortlalizas y quincenales para los frutales

Bueno, Antonio, llévanos por el campo en verano. Pues julio, aunque ya ha pasado es el mes de las papas, se arrancan y a mí me gusta ya tenerlas para todo el año. También se prepara el semillero de escarolas, lechugas de invierno, col, coliflor... Se siega el trigo y la cebada. Se siguen vendiendo las zanahorias, que tienen cuatro posturas (siembras). Ahora en agosto ponemos más zanahorias, remolacha. A últimos de agosto ponemos más semilleros. En la primera quincena de agosto se ponen papas tardías. Por otra parte, en este mes ya están los tomates y las habichuelas, se siguen vendiendo las remolachas de mesa, pimientos, cogollos de lechuga, las zanahorias, coles...

A la rica lechuga

En cuanto a los riegos, con el calor, hay que darle un riego semanal a las hortalizas y cada dos o tres semanas a los frutales. Este año afortunadamente no va a faltar el agua. Normalmente en septiembre ya hay problemas. Me acuerdo del dicho; “en septiembre o seca las fuentes o arranca los puentes”. Mira, ahora están limpiando los puentes del río Moachil que hay en el término de Huétor Vega, al haber llovido mucho hay mucha broza y se están taponando los puentes. Yo se lo dije al alcalde, a Mariano, y mira, parece que ha hecho efecto, lo están limpiando. Y es que si viene una tormenta con los puentes medio tapados...

En agosto se cogen las ciruelas amarillas y las “granaínas", ¿cómo son esas Antonio?, son negras, gordas y “alargaíllas”. El problema de esta ciruela es que dura una semana y como la gente está de vacaciones pues a ver cómo se comercializa. Además, si se mete en cámara se mantiene pero pierde el gusto.

tomates, manjar de verano. A éstos le faltan un poco

Las eras servían también de placetas

El verano, la cosecha del trigo. Antiguamente cada cortijo tenía su era de tierra o piedra.. Yo la hacía con los mulos y una tabla en la que yo me subía. Primero se echaba bastante agua en el lugar que la iba a hacer, después “planchaba” la tierra dando vueltas con el mulo y con la tabla enganchada y yo en lo alto. Luego para que no se hicieran rajas en la tierra le echaba paja y así no se hacían grietas, porque si se hacían, por ellas entraba después de trigo. Casi todas las eras se hacían en la puerta del cortijo y así se podía vigilar bien y servía al mismo tiempo de era y de placeta para estar cuando no se tenía ya el trigo.

María, la mujer de Antonio, en la recogida de papas

En otro tiempo la paja la metía en el pajar a sacos. Más tarde una máquina con un tubo la metía en el pajar, pero yo tenía que llevarla a la otra punta. Un día descubrí que un hombre que tocaba el acordeón hacía muy bien la “almijá” de paja. Con un viergo la almijaba, después la recortaba y lo dejaba todo muy bien, sin tanto trabajo, La apilaba con unos cuatro metros de altura y con su tejaico y todo, para que si llovía, resbalara.. En esto habla María, la mujer de Antonio; mis sobrinos de Barcelona, que venían en verano decían; “tito, ¿por qué dejas todo el trabajo para cuando venimos nosotros!. No entendían que el campo es así.

Vámonos de parva

De mozuelo estuve dos veces en la Alpujarra en la fiesta de la parva. “Vámonos de parva” decíamos. Y nos tirábamos dos días en la era. Nosotros dormíamos en ella y las mujeres dentro del cortijo. En esos días comíamos, bebíamos y bailábamos. Normalmente la cosa estaba equilibrada entre hombres y mujeres. Allí charlábamos, n os contábamos nuestras cosas, Los mayores eran bondadosos, siempre estaban “come de esto, come de lo otro”. Uno tenía una orza para guardar el pan y de grandes que eran no los podías ni abrazar... ¡Todavía debe tener pan en la orza! A la h ora del café nos sacaban un lebrillo lleno de buñuelos. A mediodía comíamos choto con papas fritas, migas... Aparte de la fiesta, aquello era muy trabajado. Ibas segando y las mujeres lo ponían en la orilla, lo ataban y a la era. La fiesta se hacía cuando se estaba trillando. A últimos de octubre ya arrancaban las habichuelas se echaban en la era y se apaleaba con el viergo para que las habichuelas se soltaran.

Bellas flores que adornan el verano, útiles para la agricultura ecológica

Cada cortijo tenía su aljibe

Otra cosa es que cada cortijo tenía su aljibe. Se llenaba con el agua de la acequia, que en aquel entonces se bebía. Fíjate que cuando la gente venía a trabajar a la vega nunca se traían agua. Para qué, si se bebía de las acequias. Yo recuerdo que mi abuelo tenía un saltico de agua y una junquera que conservaba el frescor aunque dejara de pasar agua unos días.

En los años 50 los primeros melones y sandías venían por San Roque y la Virgen y eran los primeros que se consumían.

Los baños de verano

En verano, de niños nos bañábamos en el dessareno de las acequias, otras veces en el río. Recuerdo que hacíamos unas grandes pozas y allí nos bañábamos. Nos llevábamos un meloncillo y los tomates que metíamos en agua fresquita y alguna tortilla o lo que sea. Durante el verano, todos los domingos se hacía fiesta en la fuente de los Montoyas. Venía mucha gente, también d e Granada, que tomaban el tranvía, que los dejaba en el puente del río y de allí iban para la acequia Gorda de la Zubia y subían hasta arriba, donde estaba la fuente. La fiesta se hacía debajo de dos cerezos enormes que pillaban dos marjales con ramas para acá y para allá que daban mucha sombra. Tocaban el acordeón o una orquesta y se hacía un bailes. Se bebía vino, gaseosa y sangría. La cosa no era como ahora. Se empezaba temprano y se acababa antes de anochecer. Al volver había algunos “rezagaeros” que se iban más tarde y de esos bailes siempre salían algunas parejas.

estampa de verano en la vega de Gabia

Mira al fresno: Ese lo he criado yo

Allí, sentados junto al gran olmo y la hijuela del Jacín. Miro el enorme fresno que hay detrás del cortijo. ¿Y el fresno aquel Antonio? ¡Ay! Ese lo he visto yo crecer, lo he criado yo. Cuando miro los árboles y lo que hay por aquí me digo; me acuerdo de esto y de aquello y de... Me acuerdo de muchas cosas, muchos árboles los he visto yo nacer... Antonio se queda pensativo, como recorriendo la historia común con todos los elementos del paisaje, se queda callado unos instantes y exclama; ¡Qué poco me queda...!

¡Que va, Antonio! Todavía te quedan que contar muchas historias y vivir muchas más. Tienes que ir regalándonos pequeñas dosis de vega, de agricultura, de tu relación con la tierra. Para nosotros eres maestro de escuela de vega.

El olmo sigue ofreciéndonos su enorme sombra, la acequia su frescor y van y vienen palabras, sentimientos, amistad, el tiempo transcurre sin notarlo en este espacio privilegiado. Es verano en la Vega. Disfrutadlo vosotros donde estéis. En septiembre volvemos.

Por Veguita de Graná

El Domingo 4 de agosto de 2013

Actualizado el 4 de agosto de 2013