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La Acequia de Aynadamar. Un referente patrimonial del pasado islámico en Granada

Jornadas informativas el 27 y 28 de septiembre en Fuente Grande. Alfacar

A pesar de su inmenso valor patrimonial, la acequia Aynadamar constituyó el primer aporte hidráulico a la ciudad fundada por los ziríes, no cuenta con ningún tipo de señalización que indique que se trata de un bien histórico, ni de ningún mantenimiento de la limpieza de su entorno. Recientemente esta acequia ha sufrido un destrozo en el tramo cercano al Caracolar, allí se han sepultado unos veinte metros de cauce de la acequia y se ha destruido uno de los cinco puentes que la protegían. La Plataforma en Defensa del Patrimonio Histórico de Alfacar es autora de este artículo que nos da a conocer la acequia Aynadamar a fondo y señala los destrozos que ha sufrido recientemente. Precisamente unas jornadas informativas a celebrar el 27 y 28 de diciembre darán a conocer el valor patrimonial de esta acequia. En estas jornadas participarán Luis J. García Pulido, José Castillo Ruiz, J. Mª Martín Civantos y Miguel Jiménez Puertas. Concluirán con un concierto del grupo Jarapa

Jornadas informativas Acequia Aynadamar. 27, 28 septiembre.

El quinto puente. Plataforma en defensa del patrimonio histórico de Alfacar.

La acequia de Aynadamar se encuentra en íntima relación con el proceso culminado en el siglo XI por la dinastía de los ziríes, que convirtió el viejo Hisn Garnata, en una auténtica madina o ciudad islámica: Madina Garnata. Una fundación surgida ex novo, que se materializó en el año 1013 con el traslado de los ziríes y de los antiguos habitantes de Elvira, a Granada. Un hecho histórico en el que justo este año, encuentra su fundamento la conmemoración del Milenio del Reino de Granada.

A la creación de la nueva ciudad le siguió todo un programa constructivo mediante el cual se edificaron y proyectaron, especialmente durante los reinados de Badis Ibn Habus (1038-1073) y de Abd Allah Ibn Buluggin (1073-1090), los principales elementos que conformarían la ciudad islámica: la alcazaba, la mezquita mayor, la muralla, el Bañuelo y la acequia de Aynadamar.

En esta última construcción, calificada como una de las mayores obras de ingeniería hidráulica de la España musulmana, a pesar de su sencillez, centramos nuestro interés. Nos mueve principalmente la destrucción que ha sufrido hace poco, parte de su trazado y una de las estructuras arquitectónicas (puentes) que la protegían; y en general por el lamentable estado de abandono en que se encuentra, a pesar de que constituye un referente patrimonial del pasado islámico de Granada y a que se encuentra inscrita como Zona Arqueológica con el régimen de protección de BIC, en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz (Resolución de 11 de septiembre de 1992 de la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. BOJA de 27 de octubre).

En la actualidad sigue en funcionamiento, aunque está muy alterada por las sucesivas intervenciones a que ha sido sometida, quedando desde 1989 entubada desde Víznar hasta el Albaicín. Se encuentra administrada por la Comunidad de Regantes de la Acequia de Aynadamar, a la que contribuyen el Ayuntamiento y la empresa que gestiona las aguas de Alfacar. Esta comunidad se encarga de la limpieza de su cauce exclusivamente y de su explotación.

A pesar de su valor patrimonial, no cuenta con ningún tipo de señalización que indique que se trata de un bien histórico, ni de ningún mantenimiento de la limpieza de su entorno. La dejadez del Ayuntamiento de Alfacar a lo largo de los años, hace que un bien de estas características se encuentre abandonado a su suerte y ha provocado que finalmente parte de lo trazado que discurre al descubierto, se haya destruido.

Acueducto de Hatara

ORIGEN Y VALOR HISTÓRICO Y CULTURAL

La acequia de Aynadamar constituyó el primer aporte hidráulico a la ciudad fundada por los ziríes. Para ello se encauzaron las aguas procedentes del manantial de la Fuente Grande de Alfacar, del árabe Ayn al-Dam o Fuente de la Lágrimas, topónimo recogido por primera vez por Ibn al Jatib en su obra Al-Iḥāṭa fī ajbār Garnāṭa en el siglo XIV. Se trata de una resurgencia caliza que nace a los pies de la Sierra de la Alfaguara, en el término de Alfacar, desde donde parte la acequia, en forma de canal sinuoso de unos 10 km de longitud y conduce el agua hasta el Albaycín.

Sobre su origen la historiografía ha mantenido lo que ya señalamos más arriba, que su construcción debió estar en relación con la fundación de Madina Garnata y que fue ordenada por el emir Abd-Allah, para dotar a la ciudad zirí de un suministro de agua. Algunos autores han manifestado sin embargo, que un solo testimonio literario no es suficiente para defender su procedencia islámica y que se trata de un dato aún sin confirmar que se ha ido repitiendo, sin contrastar con otros elementos de análisis histórico.

En uno de los estudios que continúa siendo de los más rigurosos sobre las aguas de Granada y sus acequias, el realizado por Miguel Garrido Atienza en 1902, se manifestaba la tesis, cada vez más compartida y sobre la que cada día existen más indicios arqueológicos, de que esta acequia tuvo un origen romano al menos en su tramo inicial, hasta la localidad de Víznar. Esta tesis es compartida en trabajos recientes, donde se sostiene que hay evidencias de que su captación y trazado apuntan a un origen romano, al igual que sucede con la Acequia Gorda; y que en el siglo XI, lo que se llevó a cabo en la acequia de Aynadamar, fue una renovación estructural, debido probablemente al aumento de población de la ciudad, ya que en algunos tramos se aprecia que su cauce tuvo el doble de su actual anchura1.

Dos hechos hacen particularmente peculiar a esta acequia, su nacimiento en un lugar al que no abastece con su agua, Alfacar; y que se trata de una acequia de origen y recorrido rural, pero “nacida con vocación urbana”. Su propósito fundacional era el abastecimiento urbano, pero debido al largo trayecto que debía recorrer para alcanzar su fin, actuó a su vez como eje vertebrador del territorio granadino que atravesaba, y origen y plataforma de un paisaje histórico conformado por la conjugación de diferentes actividades económicas (la agricultura de regadío, o el uso industrial de los más de 16 molinos que jalonaban su recorrido), sociales y culturales. Asimismo, creó un microclima y un ecosistema propios que convirtieron el territorio a su paso en una zona de descanso residencial salpicada de residencias veraniegas, desde su construcción hasta nuestros días.

Nacimiento de Fuente Grande

En función del territorio que atravesaba presentaba dos tramos bien diferenciados, uno rural, entre Alfacar y el partidor de la alberca de Manflor, a la entrada del Albaycín y otro urbano, desde Manflor hacia el interior del Albaicin y el resto de la ciudad.

Plano de distribución de las aguas de Aynadamar; siglo XVI

La parte inicial de su tramo rural, único que en la actualidad queda al descubierto, transcurría y transcurre entre su nacimiento y el lugar conocido como Barranco de Víznar. A lo largo del mismo se conservaban cinco puentes originales, realizados en mampostería irregular, que le servían de protección ante avalanchas e inundaciones y como pasos naturales de un lado a otro del canal. Al final de este recorrido se encuentra el acueducto de Hatara, construido para salvar el barranco, con una compuerta que le sirve de aliviadero. A partir de aquí comienzan a aparecer los restos de los molinos, principal actividad industrial que generó esta construcción, y que funcionaron hasta no hace mucho tiempo, de los que hoy han sido recuperados dos, uno propiedad particular y el otro convertido en museo etnográfico. Desde aquí hasta Granada, tramo en que la acequia ya no es visible, pues fue entubada por el Ministerio de Obras Públicas en 1989, regaba desde mediodía hasta la puesta de sol, los pagos del Fargue, Mora, Almachachir, Aynadamar y Mafrox o Manflor. En ellos se extendían los cármenes o casas de recreo tan celebrados por los antiguos autores árabes y los viajeros europeos. Asimismo, un ramal era derivado en el Fargue para uso del Sacromonte y otro, para uso del Hospital Real.

Puente de los Pozos
Puente del Caracolar

Con su llegada a la alberca de Manflor, cerca de la Puerta de Fajalauza, terminaba su recorrido rural e iniciaba su aprovechamiento urbano, cuyo elemento principal fueron la red de aljibes creada para abastecer a la población del Albaycín y la Alcazaba y parte de la medina de Granada. Para ello quedaban reservadas las noches, repartidas por parroquias.

Al entrar en este barrio la acequia se dividía en 12 ramales, cada uno de los cuales abastecía a un número determinado de algibes y a los baños:

Entre las normas de carácter legal que aluden al uso del agua de esta acequia, a su regulación, aprovechamiento, turnos y tributos a pagar para su conservación, la primera se incluye en el memorial que mediante real cédula, mandaron realizar los Reyes Católicos a mediados del año 1492, sobre el apeo de todas las propiedades que tenían derecho a utilizar agua de las acequias de Granada y la manera tradicional que tenían de hacerlo, en el que se incluye un apartado sobre esta acequia. Pero la primera disposición dedicada exclusivamente al uso de esta acequia fueron las Ordenanzas de la acequia de Aynadamar, dadas mediante real provisión de Carlos I en 1538, cuyo contenido se conservada a través de un traslado simple de escribano, ya que el original se extravió. Al parecer, a su redacción contribuyeron los moriscos, conocedores de las tradiciones del uso de unas aguas que siempre habían tenido la consideración de públicas y que por tanto, concedían el derecho a su uso y no su propiedad.

Aparte de estas Ordenanzas, hubo otras fuentes documentales sobre el uso y reparto de las aguas de esta acequia: el Libro de Apeo y repartimiento de Alfacar (1571), el de Víznar (1572) y el Apeo de las Aguas de Aynadamar y Chorro del río Beiro (1575), realizado por el licenciado Loaysa.

ZONA AFECTADA POR EL DESTROZO

La zona afectada se encuentra en el tramo cercano al Caracolar, allí se han sepultado unos veinte metros de cauce de la acequia y se ha destruido de uno de los cinco puentes que la protegían, el primero en dirección Alfacar- Víznar. Es cierto que era uno de los más modificados, pero conservaba originales en su cara este, los sillares del arranque de su arco.

Puente destruido. Arco exterior.
Puente destruido. Interior dela bóveda

Hasta el momento se desconoce quien o quienes han sido los causantes de este acto, la investigación está en manos de la Fiscalía Provincial. Asimismo, todos los responsables de la protección y conservación de este BIC, es decir, Ayuntamiento de Alfacar, Diputación (porque es competencia suya la limpieza de los arcenes de la carretera que discurre por encima de la acequia, así como de los aliviaderos de la misma), Delegación de Cultura y Comunidad de Regantes de la acequia, atribuyen a las fuertes lluvias del invierno lo ocurrido y no reconocen ninguna responsabilidad.
Entendemos que aún siendo cierto que las lluvias provocasen este destrozo, lo cual las evidencias lo desmienten, ya que las huellas de máquinas son patentes aún; la actuación llevada a cabo sobre el mismo para su remedio ha sido completamente irregular. Se ha actuado sin ninguna cautela arqueológica, con el único fin de restaurar el caudal. Por tanto exigimos responsabilidades y que, en la medida de lo posible, se restituya lo destrozado.

Zona afectada. Tramo enterrado de la acequia

(1) LÓPEZ LÓPEZ, M.: "Infraestructuras del agua: la acequia de Aynadamar", Revista del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Ph, nº 74. 2010.

Por Veguita de Graná

El Miércoles 25 de septiembre de 2013

Actualizado el 25 de septiembre de 2013