Jesús Páez, Jorge Álvarez, Paco Cáceres
Colectivo Otra Granada
Inversores. Desentrañando el mito
Los que alimentan el mito al que hacemos referencia no definen exactamente el término “inversores”; deducimos que se refieren a grupos poderosos de fuera de Granada, incluso de España. El deseo es que inviertan en los negocios que sean y creen puestos de trabajo. En el fondo de este mito subyace la idea de que los granadinos somos incapaces y que otros tienen que arreglarnos nuestros problemas.
¿Y qué se puede hacer para que vengan esos inversores?
– Infraestructuras de todo tipo para que la movilidad empresarial sea ideal
– Ofrecerles el territorio que necesiten con las mejores condiciones posibles, recurriendo si es necesario a modificar leyes o normativas.
– Venderles la idea de Granada como una tierra encantadora y llena de oportunidades.
No es nada nuevo. Hagamos un poco de historia
Antes de la crisis los municipios granadinos competían de forma feroz para atraer inversores. ¿Cómo? Recalificando suelos, incluso protegidos, para uso residencial e industrial y ofreciendo toda clase de incentivos. Por falta de suelo que no fuera. Aquella política dio un fruto perverso; decenas de miles de viviendas vacías, millones de m2 de suelo urbanizable sin consolidar y parques industriales desiertos. Un ejemplo; los polígonos industriales de Marchalhendín y Profitegra, muy cercanos el uno del otro, suman siete millones de m2 de parcelas desiertas y calles vacías. El mito no funcionó: Si tenemos mucho suelo vendrán constructores e industrias. El mismo mito se alimenta hoy; si tenemos infraestructuras vendrán inversores y más turistas (A pesar de que Granada tiene el monumento más visitado y es la quinta ciudad de España en número de visitas). Y venga a fabricar alfombras para recibir al dinero. Y éste sin llegar.
La relación entre inversor y administración. Relación de sumisión.
La relación entre inversor y administración es desigual; aquel parte de una posición de fuerza y ésta de debilidad. Y los inversores saben sacar buena tajada de ello. El mismo lenguaje que se utiliza a nivel nacional e internacional sirve para lo regional; “no hay que asustar a los inversores”, “hay que aprobar medidas que atraigan a los inversores”, “la reforma laboral atraerá la inversión…”. Lo dicho; alfombras para que venga el dinero. El fallido Eurovegas es un buen ejemplo. Al final falló, y no por falta de flexibilidad de las administraciones.
Las inversiones a nivel internacional
A nivel internacional el poder de los grandes inversores cada vez es mayor; queda patente en este párrafo sobre el Tratado internacional sobre inversiones que negocian la UE y Canadá: “Los documentos filtrados muestran que la UE sigue incitando –con la complicidad del Gobierno español- para dar mayores privilegios a los inversores. La “protección de inversión”, que recoge el tratado, incluye mecanismos de arbitraje de controversias entre inversor y Estado que permitiría a los inversores extranjeros demandar autoridades públicas si ciertas regulaciones de salud pública, ambientales o de seguridad para el consumidor, amenazan o reducen sus beneficios previstas. De este modo, permiten a los inversores eludir los sistemas jurídicos nacionales y llevar a los Estados anfitriones ante tribunales internacionales de arbitraje (que suelen sentenciar a favor del inversor)”. (1)
El Presidente ecuatoriano Correa criticó la importancia de este tipo de inversiones en los países latinoamericanos y recalcó que “esta puede contribuir al empobrecimiento del país que la recibe si no cumple una serie de condiciones”. (2)
La foto del inversor
A juzgar por la idea del inversor que Granada demanda, éste sería un alma intermedia entre el negociante y el altruista, que vendría a esta tierra por interés y enamoramiento, para quedarse. Y los granadinos, con los brazos abiertos, lo acogeríamos como al padre que necesitamos. Nada más lejos de la realidad. Veamos cómo se comporta el inversor por regla general
– Tiene como único objetivo conseguir la máxima ganancia
– El único valor que contempla del territorio es el económico, la capacidad que tiene éste para rentarle un gran beneficio. Los demás valores de ese territorio tienen que estar al servicio de su propio negocio. Eso genera destrucción e insostenibilidad.
– Tampoco contempla a los habitantes de los lugares como seres humanos que tienen unas necesidades; el objetivo del inversor no es crear puestos de trabajo. Para él los trabajadores no son más que herramientas a las que sacar el máximo rendimiento con el menor coste posible.
– Negocian todo tipo de subvenciones, privilegios y reducción de obstáculos para operar sin apenas riesgos.
– El compromiso de esos inversores con el territorio en el que se instala es de rentabilidad exclusivamente. Cuando le interesa se deslocaliza sin importarle los perjuicios que ocasiona y sin devolver tan siquiera las subvenciones recibidas.
– Muchos de esos inversores en vez de crear activos, captan los ya creados. Son los casos de Puleva o Cervezas Alhambra, nacidas en Granada pero pertenecientes hoy día a multinacionales del sector de la alimentación. En el caso granadino sería un tema a estudiar. ¿Benefician? ¿Perjudican?
¿Todos los inversores son así?
Claramente no, hay inversores que se han instalado en comarcas y se han llegado a endogeneizar por su arraigo en los lugares en donde se han instalado (Javier Calatrava). Por otra parte esa filosofía del inversor descrita en párrafos anteriores también está instalada en gran parte de nuestros propios empresarios. Ni más ni menos es la idea perversa de territorio y de ser humano que tiene el sistema económico capitalista.
¿Hacen falta las inversiones?
En resumen; el prototipo de inversor-salvador externo es aquella persona o fondo de inversión, ajeno a los intereses reales del territorio donde se ubica, que ve una oportunidad a explotar y que una vez “la vaca queda exhausta” cierra el chiringuito y se va. Desde luego este tipo de inversor, en principio, no interesa.
Pero esto no quita que la inversión en dinero, tecnología y conocimientos no sea necesaria para promover el desarrollo de un territorio. Es absolutamente necesaria. La diferencia es que no se trata de una gran cantidad de recursos puestos de una vez, en un proyecto, sino de una corriente continuada de recursos puestos en muchos proyectos asentados, por tiempo indefinido, en el territorio.
No podemos bailar con la música de los inversores
Llegados a este punto tal vez tendríamos que plantearnos unas preguntas. ¿Tenemos que programar el territorio al gusto de nuestros supuestos “salvadores” o turistas? ¿No tendríamos que cambiar el planteamiento? ¿Cómo queremos nuestro territorio los habitantes que lo pisamos los casi 365 días del año? ¿No sería más atractivo a los demás si lo pintamos con lo mejor de nosotros mismos? Si nosotros estamos a gusto en él, lógicamente, el que venga también lo estará.
¿Cómo tendría que orientarse el desarrollo granadino? ¿Qué líneas de trabajo debería tener? ¿Qué sectores habría que estudiar? ¿Qué papel tendríamos que jugar en nuestro desarrollo la ciudadanía granadina?
Intentaremos dar respuesta a todas estas preguntas en una segunda parte de este artículo elaborado en uno de los debates sectoriales de Otra Granada
(1) UE-Canadá: protesta contra los derechos para inversores http://www.ecologistasenaccion.org/article24999.html
(2)http://www.adital.com.br/site/noticia_imp.asp?lang=ES&img=S&cod=73102
Comentario de Catalina Vidal
En la comarca de Huéscar es lo mismo: invertir en infraestructuras para "facilitarle" a los hipotéticos empresarios foráneos la ocupación del territorio, algo que se termina demostrando que no les interesa, salvo en el caso de los empresarios de la industria agrícola, que alquilan las tierras y las consecuencias de sus negocios ya las conocemos... y falsas esperanzas de empleo, a costa de lo que sea, que terminan fallidas...