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El río amarillo que bañaba el Sol

Que no lo busques, que eso no está en el centro comercial

Están ahí y no los vemos, a un paso. Son lugares como los de la foto. Y dan felicidad, mucha más que la que nos proporciona el consumismo. Echas a andar, miras, imaginas... Y a mí aquello me pareció un río de hojas amarillas bañadas por el Sol de otoño

Paco Cáceres

No, que no, que yo no lo he visto. Que no está en las estanterías del centro comercial. Os explico dónde la encontré; iba por la isla del Genil allí por Cenes, donde el río se divide en dos (otro día os contaré cómo se hizo esa isla artificial. Me lo dijo mi querido Javier Egea de Ecologistas). Bueno, era sobre medio día, el sol dorado de otoño, hace dos semanas de esto, se mezclaba por entre las hojas moribundas de los álamos, sauces y otras especies arbóreas y daba de lleno en el suelo alfombrado. De pronto detrás de dos troncos un río de hojas amarillas llenas de brillo de sol, discurría lentamente metiéndose entre los álamos... bueno, a mí me pareció un río, que para algo está la imaginación. Y eso no está prohibido aún. Sigo, contando, pues eso, que iba el río de hojas a las que se sumaban otras que descendían lentamente hasta caer en la corriente amarilla llena de rayos de sol... ¡Qué bonico era aquello! Y eso, enfoqué e hice la foto, para compartir. Dicen que si compartes las penas se reducen y si compartes las alegrías se hacen más grandes.

El río amarillo que dsicurría entre los troncos de álamos

¡Qué bello era el río! ¡Y nada de eso se vende! ¡Es gratis! ¡Y saludable! ¡Hasta ahí no ha llegado el todopoderoso mercado! Yo, con tanto recortes de derechos, con tanta desigualdad y pobreza, con tantas injusticias y corrupción, pues lo paso mal. Y aunque luchas, pero a veces se desilusiona uno. Pues bueno, de vez en cuando me digo; esto es una mierda, y me voy a relajarme con la madre naturaleza o por la Vega. Y muchas veces te topas con lugares como los de la foto y me siento bien, muy bien. Además, así me ahorro el tomarme pastillitas contra la depre... Cojo fuerzas y me digo, ¡Ea! ¡Déjate de pollas y a seguir batallando! ¡Que hay que ser valiente! Y ya vuelvo con el pecho hinchado, mirando sin miedos y buscando la Fuente de la Bicha para echar una tragantá. Lo dicho, está a un paso y es un bien comunal para que podamos disfrutarlo todas las personas. Que la felicidad no la venden en el centro comercial.

Portafolio

Por Veguita de Graná

El Viernes 20 de diciembre de 2013

Actualizado el 20 de diciembre de 2013