Paco Cáceres veguitadegrana@gmail.com
No fue Confederación quien hizo la tala en el Genil. Ecologistas en Acción corrige mi error. Ha sido el dueño del Asadero, siempre según Ecologistas, quien hizo dicha tala. Eso sí, con el permiso de Confederación, que la autorizó para la limpieza de la arboleda y ramajes que había en el Puente para que no se taponara. Pido perdón por presuponer que las actuaciones en el dominio del río deberían ser obra de los responsables del mismo. No es así y lo corrijo en el artículo. La próxima vez me aseguraré antes. Por último, Ecologistas en Acción ha denunciado el atentado.
Nuestra primera idea fue recorrer el valle del río Monachil entre Huétor Vega y Monachil. Antes quisimos ver el valle desde lo alto, y aunque de este espectáculo seimpre se goza, la mañana, por el Sol saliente, no es la mejor parte del día para verlo desde desde arriba. Sea como sea, allí nos encaminamos. Sin embargo, lo que vimos nos hizo desistir del paseo; una inmensa humareda cubría gran parte de la ruta por la que debíamos pasar. ¡Uf! ¡Vamos a oler a zorruno…! ¿Qué hacemos?
Cambiamos de ruta; desde allí buscamos la cañada real que nos llevaría al camino de los Neveros. Subimos un trozo de ésta, hasta la mitad más o menos de la cuesta del Desmayo, nos metimos por la superficie quemada hace un par de años en Cenes, y bajamos la empinada pendiente que nos llevó hasta el Genil.
Antes pudimos apreciar la superficie quemada y la esperanza en forma de pequeñas encinas y pinos protegidos que empiezan a crecer. Pero este tiempo… ¡Ojalá llueva de una vez!
¡Este tiempo! En manga corta en pleno diciembre, con flores no propias de este tiempo. Incluso vimos una mariposa revoloteando… Me acordé de lo que me dijo Leonardo, vecino de 92 años al que quiero entrevistar; “mire usted, me dijo, los refranes y los dichos ya fallan, porque antes decías, que si llovía por una fecha, lloverían unos cuantos días o meses más dependiendo de la fecha que fuera… ¡Y casi nunca fallaba! pero ahora ya falla todo, la naturaleza la hemos vuelto loca y los refranes del tiempo no aciertan…” En el transcurso de la charla que manteníamos, Leoonardo dejó de hablar y de pronto me dijo; “¿Usted sabe lo que he observado…?” “¿Qué, Leonardo?” “Pues mire usted, ¡que estos nublos no son como los de antes! ¡Que los de antes eran de otra forma! ¡Que se lo digo yo!” ¡Ay Leonardo! ¡Qué le estamos haciendo a la naturaleza…!
Bajamos y bajamos, pero antes apreciamos cómo lo que era vega de Cenes junto al río, se ha reconvertido para otros usos, desconocemos si legal o ilegalmente, de forma irracional seguro.
Tenía ganas de ver la tala que presenciamos el viernes pasado. Le preguntaba a Gabriel, experto botánico que nos acompañaba ese día; “¿qué opinas de esta tala?” “Que es una barbaridad”, me dijo sin más preámbulos. Así, es, han arrasado, desde el puente que hay frente a la gasolinera y el asadero hasta casi la presa Real, donde toma el agua la acequia Gorda del Genil, han cortado todo lo que había, muchos cortes se ven que no son limpios…
Cabe una pregunta... ¿Qué son los árboles para el dueño del Asadero?
En fin, que esta clase de podas es un atentado ecológico sin más. No sabemos si en los permisos debe constar que las actuaciones de tala privadas siempre la harán especialistas que seguirán las indicaciones de Confederación. No tengo ni idea, de todas formas el daño ya está hecho.
Una actuación positiva, para que no se nos quede un mal sabor de boca; en “la isla”, formaba por el Genil con un brazo artificial que le hizo la Confederación, y que deja un bello paraje un kilómetro más arriba del lugar de la tala, una tormenta había taponado el brazo artificial del río. Afortunadamente ya lo han arreglado.
Para acabar, sinceramente, uno sufre cuando ve la forma de tratar a la naturaleza, los efectos de incendios, muchas veces por negligencia o intencionados, los vertederos por cualquier parte… eso te quema por dentro, pero al mismo tiempo ves paisajes bellos, caminos de encanto, árboles que te hablan, fuentes, como la de la Pita en este paraje de la isla, que te sacian la sed, el Sol que llena de luz el lugar… Menos mal que aunque te hierve la sangre, se te calma un poco cuando vas rodeado de tanta belleza… Pero tiene que llover, que sí que tiene que llover, y hacer frío, y que los nublos vuelvan a ser los de antes, o parecidos… ¿Verdad, Leonardo?